miércoles, 2 de diciembre de 2015

MONUMENTO A LOS CAÍDOS POR ESPAÑA




                       Paulo Henrique Rodrigues from Brazil


Mea culpa…

No lo niego, fue vergüenza lo que sentí. Estaba abochornada por no saber que aquéllo existía, que significaba todo eso, que representaba a toda esa gente y que estaba ahí al lado. Pero de pronto reparé en algo, estábamos solos allí, entonces me di cuenta de que no era la única que desconocía todo aquello.

Era una tarde de un temprano verano, de estas en las que el sol emergiendo de los infiernos todavía no ha plantado sus posaderas en la capital del reino. Era una tarde de esas que nos gustan a los madrileños, de manga corta, terraza y caña fresquita. Una tarde de quedar en La Latina o en Argumosa con los colegas que entre risas y vaciles comparan las primeras marcas de bronceado del año; que atrae a las primeras caravanas de turistas nacionales y extranjeros ya ubicados por las cercanías de Sol, Preciados, Gran Vía y Palacio Real.
Todos esa tarde formábamos parte del reparto de actores de esa obra teatral que cada verano se representa por las calles de Madrid, sublime y fascinante.

Yo ese día recibía visita de Cádiz. Como buena anfitriona desarrollé con majestuosidad y grandilocuencia, no era para menos, estos rituales turísticos propios y también aprendidos hasta que mi invitado me preguntó por el Monumento a los caídos por España. En ese momento la banda sonora de zarzuelas que acompañaba nuestro paseo me chirrió. “Aquí no tenemos ningún monumento así” pensé, menos mal que no lo recé en voz alta. Fue el gaditano, versado de forma aficionada pero muy rigurosa en la Historia y amador del prolífico Galdós quien me llevó hasta ese conjunto monumental tan inmenso como desconocido.

Bueno Damas y Caballeros, pues resulta que ese monumento existe desde 1840, nada más y nada menos. Está en el lugar donde las tropas francesas fusilaron a numerosos madrileños, en la Plaza de Lealtad, en unos de los márgenes del Paseo del Prado, muy cerca del Ritz, ese hotel que todos conocemos pero al que muy pocos han entrado.

Conmemora y rinde homenaje a los caídos por defender y luchar por España. En sus inicios fue creado para honrar a los héroes del Dos de Mayo de 1808 que lucharon por defender al Estado de las tropas francesas que querían invadirlo y ocuparlo. De hecho, el monumento consta de una urna que recoge las cenizas de los madrileños fusilados el 3 de mayo por los de Napoleón. Entre esas cenizas, se encuentran las de los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde, cuyas efigies están talladas en la base del obelisco que corona el conjunto monumental.
Por lo visto, estos militares, sevillano y cántabro respectivamente, se levantaron en armas junto al pueblo desobedeciendo las órdenes del gobierno que les instaban a no luchar contra los franceses. Lo que les movía por dentro era la defensa, el respeto y el honor de su patria; lo que les movía por fuera era esa visión grotesca de tropas extranjeras azotando brutalmente al valeroso y encendido pueblo madrileño, mujeres, hombres y niños luchando por lo que era suyo, por lo que fue de sus padres y por lo que por derecho les pertenecía a sus hijos, su identidad como españoles.

Joaquín Sorolla, La defensa del parque de Monteleón


Esto lo aprendí gracias a mi visita gaditana y por esa curiosidad que me llevó a indagar un poco más. Entonces en esos días, reflexiva yo por el asunto, reparé en algo. Debido a que he tenido la inmensa suerte de vivir en Lisboa y Londres durante un tiempo, pude comprobar algo que ocurría en otros países en los que he vivido y visitado, pero que difícilmente he visto o sentido en España. Y es que, fuera de nuestras fronteras hay un profundo respeto, primero por la patria, la bandera y sus colores, que lejos de ser escondidos, son ostentandos con orgullo hasta en paraguas. Y segundo, tienen una gran noción de su historia, de sus episodios nacionales y de los actores que la defendieron y que dieron su vida por su mejora.
Aquí yo eso no lo veo ni lo siento. No es una cuestión solamente de patriotismo, que también lo es, aunque ser patriota no suena bien en España. Es una cuestión de ser justos con nuestra historia y por extensión, con nosotros mismos como pueblo español e hijos de toda aquélla gente. Es una cuestión de saber y conocer nuestra Historia, y me refiero a toda nuestra Historia, porque los españoles nos hemos equivocado, y mucho. Pero también hemos sido brillantes héroes dispuestos a luchar de mil maneras y a morir por lo que considerábamos que era muy digno y sobre todo muy nuestro, ser español.

Este monumento del que hablamos, no es más que la tumba, a la española, del soldado desconocido. Esa que está bien visible y que incluso visitamos cuando vamos a París, Roma o Berlín porque ya se encargan sus administraciones y ciudadanos de que sea una visita principal y visible.

La Historia de España está llena de nombres propios, la mayoría anónimos, que ennoblecieron nuestra patria. Por toda asa gente, por el tributo a nuestros abuelos y a nuestros hijos, pero también por nosotros, por nuestro derecho a saber y a sentirnos dignos y a respetarnos como españoles os invito a que os paséis por allí. Conociendo y aprendiendo verdaderamente quiénes fuimos en el pasado, podemos mejorar nuestro presente.


Dedicado a ese gaditano
que me hizo pensar en estas y otras cosas

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MUSEO ETNOLÓGICO Y ARQUEOLÓGICO DE MANZANARES EL REAL


 

 El pueblo serrano de Manzanares el Real tiene muchos atractivos, muchos más de los que podamos ver en sus calles actuales, en el Castillo de los Mendoza o entre sus bares y restaurantes.

A pesar del gran crecimiento que sufrió esta comarca a partir de los años 60 y la progresiva desaparición de su forma ancestral, el ímpetu de conservación de las labores y tradiciones más antiguas dio como resultado la creación de este museo, que abriría sus puertas en 1993, gracias al descubrimiento de restos materiales y donaciones de los vecinos. 


Actualmente, este museo se sigue surtiendo de materiales cedidos por todos aquellos serranos que quieran ver conservados los restos de su pasado, y engloba todas las etapas de históricas por las que han pasado estos lares, desde restos arqueológicos y pictóricos del II milenio a.C. hasta las más significativas industrias manzanariegas que se desarrollaron desde los años 40, como la fragua del herrero, la maquinaria de la fábrica de gaseosas, o restos de la primera fábrica de Papel Continuo  de España de finales del siglo XIX.


Este pequeño y encantador museo es un lugar privilegiado para el visitante de Manzanares el Real, un pequeño conservador que muestra al público todo aquello que ha desaparecido de su emplazamiento original con los años, pero que aún podemos ver y disfrutar.

Precioso lugar de recuerdos para los más mayores, divertido espacio de descubrimiento para los más pequeños.

Si quieres saber más de este pueblo y tener la oportunidad de conocer este museo, vente con nosotros y te lo enseñeramos en nuestras rutas por Manzanares el Real (todos los domingos de 11 a 14h).